ACreo que en nuestro cinematógrafo hay zonas estancadas y zonas muy vivas, como, por ejemplo, la película de Santiago Zannou, “El truco del manco”. Es un soplo de aire fresco para el cine argentino.
BEn todos los tiempos, todo el mundo escribe las mismas historias... La diferencia consiste en la manera de contarlas. El día que piense que lo que escribo ya lo he dicho, dejaré de hacerlo.
CAhora mismo estoy terminando una novela que se titula “La furia de la langosta” sobre uno de nuestros prófugos millonarios y pienso presentarla en Madrid el año que viene.
DLa historia de Guayi, una empleada doméstica paraguaya de veinte años que, huyendo de Paraguay, ha llegado a Buenos Aires con un secreto muy oscuro que la película lentamente revela.
EEn cuanto a conducta vital, creo que el mejor modelo que he podido tener es el de mis padres. Por lo que se refiere a la literatura y el cine, la verdad es que nunca me he fijado en nadie en especial para seguir sus pasos.
FSí, trabajé doce años de guionista. Escribí para muchos directores latinoamericanos antes de empezar a dirigir mis películas.
GEscribo hace más de diez años y dirijo hace solamente tres... Todavía me siento más cómoda escribiendo que detrás de una cámara. La escritura no tiene las presiones que tiene el rodaje de una película.
HSiempre trabajo sin juzgar ni a los personajes, ni la situación en la que viven, queriéndolos y defendiéndolos. Si el espectador recibe algo como ofensivo, debe mirarse a sí mismo y preguntarse por qué le sucede eso.
