TAREA 2
Los serenos
Quién era el sereno y qué hacía?
Pues, el sereno siempre trabajaba de noche. A eso de las once de la noche se cerraban los portales de los edificios de las ciudades españolas y salía a trabajar el sereno con su chuzo (palo armado con un pincho de hierro). El vigilaba por la calle durante toda la noche. Iba vestido con una bata gris y llevaba un silbato para dar la señal de alarma en caso necesario. También llevaba las llaves de los portales de todos los edificios de la calle o de la manzana que él tenía asignada. No podía salir de ésta, a menos que existieran circunstancias de especial urgencia y habiéndose asegurado de antemano un sustituto. Durante su horario laboral, no debía mantener conversaciones ni sentarse y, por supuesto, tenía que mantenerse siempre en estado de alerta.
Cuando un vecino regresaba a casa después de las once de la noche, daba unas fuertes palmadas al llegar al portal de su casa. Al oír las palmadas, el sereno daba unos golpes con su chuzo. Cuando el vecino los oía, sabía que el sereno iba a llegar dentro de unos momentos. Y así era. Casi en seguida el sereno aparecía de la oscuridad con su chuzo y el gran llavero en la mano. Como el sereno conocía a todos los vecinos, siempre les saludaba cuando volvían a casa. Mientras abría el portal, les decía: “Buenas noches y gracias”. ¿Por qué daba las gracias? Pues los vecinos siempre sacaban de su bolsillo una moneda de cinco pesetas y se la daban al sereno. Los serenos no gozaron nunca de garantía social ni contrato de trabajo, y vivían fundamentalmente de las propinas de los vecinos de su manzana.
Antiguamente, el sereno hacía más que vigilar la calle y abrir los portales. Uno de sus cometidos consistía en cantar las horas a intervalos de quince minutos. Después de dar las horas, él añadía el estado del tiempo: “¡Las doce y cuarto y sereno!” o “¡Las tres y media y lloviendo!” Algunos serenos especialmente comunicativos hacían referencia al fulgor de las estrellas o cualquier otra circunstancia que les pareciera apropiada. A veces, también eran los primeros en detectar un incendio y alertar al cuerpo de bomberos.
Hoy en día, no hay serenos. En Madrid, el último sereno activo, tal cual lo hemos descrito, desapareció a principios del siglo pasado. Ahora los habitantes tienen que llevar las llaves para abrir los portales de sus casas. Cuando había serenos, los vecinos se quejaban porque creían que el sereno sabía demasiado de su vida, pero hoy lamentan la desaparición de estos “ángeles nocturnos”. Dicen que sin su vigilancia hay más crímenes en las calles.
¿Qué ocurría a las once de la noche?
ALos vecinos cerraban sus puertas.
BLa gente terminaba de trabajar.
CLos serenos volvían a sus casas.
DSe abrían los portales.